martes, 28 de julio de 2009

La Iglesia del presente


No me resulta extraño ni sorprendente cuando oigo testimonios de personas que atacan duramente a la Iglesia y con razón. Cuando hablo de Iglesia me refiero únicamente a los sacerdotes, religiosos, monjas, obispos, cardenales e incluso al mismo Pontífice de turno. Es un despropósito y una vergüenza ver y escuchar como este sector de la Iglesia dicen una cosa y luego hacen otra. Es fácil de aplicar en este caso, ese termino que de vez en cuando suelo escuchar: “haz lo que yo te diga, pero no hagas lo que yo hago”. Pregonan el bien, la solidaridad, el respeto mutuo, el don a la vida, la erradicación de la pobreza en los países del tercer mundo, etc; pero sin embargo, tras este mensaje de bien, encontramos a unas personas que son heraldos y servidores del mal. Eso si, revestidos de sus ropajes eclesiásticos, claro esta. Lobos con piel de cordero, como yo los llamo. Con una apariencia de no matar ni una mosca. Demonios en potencia es lo que son. Mucha más religiosidad podemos encontrar en cualquier persona de a pie que dentro de este sector de la Iglesia. Para hacer el bien con el prójimo no hace falta ser cura, ni fraile, ni monja. Como tampoco es exclusivo de este sector de la Iglesia las labores de ayuda al prójimo. Por otro lado Dios no llama a nadie a ser cura, fraile o monja, es una opción que hacer el ser humano libremente. Y que no me digan a mi que es Dios quien los llama a esta forma de vida, porque esto es mentira. Se engañan ellos mismos y engañan a los demás. No midamos a Dios con la vara de los hombres, señores. Dios llama al hombre a sembrar el amor en el mundo y a vivir la vida en plenitud desde su estado de laico. Ni más ni menos.