jueves, 29 de noviembre de 2007

Un hombre muere tras explotar la batería de su móvil


Publico una noticia que he recogido del portal de terra y que me ha llamado poderosamente la atención.

Desde luego a donde vamos a llegar.

Ahora resulta que los moviles también sirven para matar.

Bueno, reproduzco integramente la noticia:

Un hombre de 33 años fue encontrado muerto presumiblemente a causa, al parecer, de la explosión de la batería de su móvil, en el primer caso de este tipo ocurrido en Corea del Sur, informó la policía a la agencia surcoreana Yonhap.

El hombre, al que la policía identificó únicamente por su nombre, Sur, fue encontrado muerto por sus compañeros de trabajo en una cantera de la provincia de Chungcheong del Norte, donde trabajaba como operario.

Un compañero suyo dijo que cuando se acercó a una colina para colocar una carga de dinamita encontró al hombre tumbado, al lado de una pala mecánica.

'Estaba sangrando por la nariz y tenía un móvil con la batería derretida en el bolsillo izquierdo de su camisa', afirmó el compañero de trabajo de la víctima.

El profesor de la Universidad Nacional de Chungbuk, Kim Hoon, dijo tras examinar el cadáver que la muerte estuvo causada por la explosión de la batería del móvil, indica Yonhap.

Según el profesor, 'sufrió heridas en la zona izquierda del pecho y la explosión le rompió varias costillas y la columna'. Además, el corazón y los pulmones quedaron perforados.

Este fallecimiento supone el primer caso de muerte por explosión de una batería de móvil en Corea del Sur, pero el pasado mes de junio medios chinos recogieron un suceso parecido sucedido en China.

viernes, 16 de noviembre de 2007

La Belleza


En la buena filosofía estudiamos que todo ser, por el hecho de existir, tiene cuatro propiedades ínsitas: unidad, verdad, bondad y belleza.

1. Definición y tipos de belleza

El vocablo belleza deriva del término latino “bellus”, bonito (que a su vez, procede de bonus, bueno). Desde antiguo se destacó la dificultad que entraña dar una definición de este concepto. Platón se propuso en su diálogo “Hipias major” determinar qué es la belleza en sí misma: aquello que hace bellas a las cosas que se nos manifiestan como tales.

Se han dado muchas definiciones: Bello es lo que visto (y no sólo lo conocido), agrada (Santo Tomás). La belleza es el esplendor del orden (San Agustín). Es el esplendor de todas las propiedades del ser reunidos: unidad, verdad y bondad (Jacques Maritain). Belleza es luminosidad. Belleza es armonía. Belleza es orden.

La belleza es la hermosura interior que se refleja hacia fuera. No sólo está el gozo de la vista que contempla la belleza exterior y se recrea en sus líneas. La capacidad para descubrir la otra, la interior, indica una facultad más elevada, la de de ser exploradores de la intimidad ajena, lo que a la larga va a ser una valiosa adquisición o valor.

Hay tres tipos de belleza. Con un ejemplo te quedarán más claras. Era el mes de mayo. Soplaba aún un viento fresco, pero la primavera había llegado; así lo proclamaban las plantas, los árboles, el perfume de las flores y el gorjeo alegre de los pájaros. Entré en una inmensa catedral gótica, con sus rosetones maravillosos, con sus arcos de medio punto. De repente suena el órgano el Mesías de Haendel y sus potentes armonías se difunden por las anchas y altas naves. Quedé extasiado. En las naves laterales colgaban pinturas de Rafael y Miguel Ángel, que me trasportaban con su encanto. En esto, a diez metros delante de mí una madre tenía entre sus brazos a su hijo, a quien cada diez segundos le daba un profundo beso en la carita. Me acerco al altar. Comenzó la misa. Ya las primeras bancas estaban ocupadas. Me quedé en un costado de pie. Al rato llegó una pobre anciana, apoyada en un bastón. No había asiento. En esto un señor de unos cuarenta años se levanta y cede su asiento a la ancianita. Escucho atento el sermón del sacerdote y todo era claro, estructurado y brillante. Termina la misa y salgo a la calle. Todo olía a primavera. Y todavía rondaba en mi mente una pregunta: ¿qué es la belleza? Pero hoy me sentí enriquecido.

Ahora ya podemos definir los tipos de belleza.

a) La belleza natural: Es la belleza que se encuentra en las cosas de la naturaleza. Un paisaje, el vuelo de un pájaro, unas cataratas, unas montañas, el mar, unas nubes, etc. Su fuerza radica en entrar por los ojos, en ser rotundo a la hora de mostrarse. Esta belleza natural es fuente de agrado y complacencia para los sentidos exteriores. Va de fuera para adentro. Me enriquece. Me ennoblece.

b) La belleza artística, es decir, la plasmada en el arte: Es la belleza de un hermoso cuadro, un edificio, una escultura, una pintura, un discurso. El Renacimiento se encargó de transmitirnos un nuevo estilo de belleza basado en la armonía y el orden, canon que cambiará en los siglos XVII (Barroco) y XVIII (Ilustración y Neoclasicismo). Esta belleza artística quedará reflejada en las artes plásticas (arquitectura, escultura y pintura) y en las artes del movimiento (música, coreografía y poesía). También es una belleza que va de fuera para adentro. Nos exalta. Nos enriquece y ennoblece.

c) La belleza moral o interior: es el orden, el equilibrio, la bondad interior de la persona. Es el conjunto de unidad, verdad, bondad, espiritualidad en armonía, orden, proporción...que cada uno de nosotros tiene en su interior. Es la armonjía entre las acciones del hombre y el ideal de su vida (ideal que decide su vocación y su misión en la misma). Es la coherencia entre la conducta del hombre y la meta o ideal que persigue. Albert Einstein dijo: “La belleza reside en el corazón de quien la contempla”. Esta es la belleza en la que nos detendremos. Es la belleza que uno tiene dentro como fuente para saciar la sed propia y la de los demás. Llega a ser fuente de alegría constante, de gozo consolador, de encanto arrebatador. Genera amor y alegría renovada en quien la contempla y se beneficia de ella, en el trato con esa persona. Esta belleza interior se exterioriza en resplandores de bondad, veracidad, honestidad, coherencia, simplicidad, encanto, armonía, equilibrio. Por eso, una persona será bella interiormente en la medida en que viva y se alimenta de las otras cualidades del ser: unidad, verdad, bondad.

2. ¿Cómo llegar a descubrir nuestra belleza interior?

En la medida en que somos capaces de olvidarnos de nosotros mismos para interesarnos por los demás y sentimos la necesidad interior, acuciante, aunque serena, de contribuir con nuestra via y nuestras obras a hacer de este mundo un lugar mejor, más hermoso y gratificante para todos...en la medida en que dejemos de inquietarnos por las necesidades más bajas de supervivencia y de seguridad que se cubren de forma automática y nos elevemos sobre lo material, perecedero y terrenal, para entrar en el área inconmensurable, llena de luz y de esperanza del espíritu...en esa medida comenzaremos a apreciar en nuestro interior que tenemos verdad, bondad, espiritualidad y belleza, y las sentimos y vivimos con plenitud en lo más profundo de las estructuras que conforman nuestra mismidad.

Por tanto, esta belleza interior está en ti y es la unión de verdad, bondad, espiritualidad. Es un valor que se autogenera en todo aquel que sepa sentirla, vivirla, sintonizarla y crearla en su derredor. Hay que descubrirla, pues está en ti. Que no te pase que mueras sediento de sed, teniendo a tu lado esta fuente inagotable. Así lo expresaba Leon Bloy: “Hay una fuente al pie de todos aquellos que mueren de sed”.

Pero además, esta belleza interior se ha alimentado de esa belleza natural y artística y es un valor universal que se da en todos y que funde en abrazo espiritual y entusiasma por igual al fílósofo, al poeta, al campesino y al científico. Es el caso del místico san Juan de la cruz, o de san Francisco de Asís, que encuentran a Dios (el porqué de su existencia) en la candidez y belleza de los seres sencillos de la creación, o el caso de sabios como Einstein, anonadado y perplejo ante la maravillosa armonía que descubre en el Universo, o el caso de un sencillo labrador como san Isidro, que siente interiormente el pálpito de la belleza de los campos arados, de las mieses, de la lluvia, del sol y de la escarcha, y contemplándola se siente transportado en espíritu hacia su Creador. Gustavo Adolfo Bécquer diría: “El espectáculo de lo bello, en cualquier forma que se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones”. Por lo tanto, esta belleza interior se dará en quienes tengan los ojos limpios y el corazón desalojado de preocupaciones y saben abrirse a la belleza que encuentran a su alrededor, esparcida en la creación.

Esta belleza sentida en el interior como armonía que sintoniza con todo lo creado nos permite descubrir, además, un mundo trascendente que el hombre no es capaz de expresar en términos racionales y que los místicos y poetas se esfuerzan en hacerlo con imágenes poéticas, figuras retóricas, etc.

Pero, ¿por qué hay unos ciegos que no ven esta belleza interior? ¿Por qué otros son capaces de verla en lo más nimio? No hay camino para descubrir la belleza, sino que la belleza está precisamente en hacer el camino hacia el interior del espíritu. La mayoría de los humanos dejan la vida, pasan por la tierra poniendo su empeño en cubrir las necesidades primarias de alimento, pertenencia, aprecio y autoestima, y en su horizonte de miras apenas si han ido poco más allá de capacitarse para ejercer una profesión u oficio, conseguir un nivel socioeconómico aceptable y atesorar propiedades y riquezas con un doble fin: asegurarse unos años de vejez libres de preocupaciones económicas y dejar en herencia a los hijos la seguridad de un patrimonio que alivie las dificultades que la vida pueda depararles. Después, esperar que la muerte llegue lo más tarde posible, y estar orgullosos de haber hecho algo en la vida.

Hasta aquí, todo perfecto, y es digna de elogio la conducta de quienes así programan y realizan la propia existencia. Sin embargo, aquellos, demasiado pocos, por desgracia, que amplían sus miradas hacia el horizonte sin límites de la plena realización de ser, adquieren la inapreciable virtud de convertir en bellos, maravillosos, deseables y dignos de disfrute hasta los momentos más prosaicos y simples de la propia existencia: una merienda en familia, un día de lluvia, el retraso del tren o del subte, el nacimiento de un nuevo hijo.

Los semblantes de estas personas son serenos, calmados, animosos firmes, pero orlados de ternura y de paz. En sus rostros reflejan la alegría, porque han hecho motivo de su existencia el disfrute del encanto y de la belleza que late a raudales en cada rincón de la naturaleza. Gustavo Flaubert dijo: “Si mirásemos siempre al cielo, acabaríamos por tener alas”. Hay que mirar un poco más allá de nuestras necesidades primarias, si queremos descubrir la alas de la belleza, percibir el perfume de la belleza, calentarnos con el resplandor de la belleza y saborear el gusto de la belleza.

Debe ser muy alentador y estimulante para los hombres saber que en cada uno de nosotros permanece la disponibilidad anímica y la predisposición a descubrir la armonía, el orden, el equilibrio y la belleza en todas las cosas de la creación, y que esa sintonía y hermandad con el Universo no es algo que se nos da, sino una riqueza insondable que permanece dentro de nosotros mismos y que sólo hemos de ocuparnos de sentirla, vivirla y disfrutarla.


3. ¿Cómo acrecentar y preservar esta belleza interior?

Necesitamos :

Ánimo equilibrado, mente serena y calma psicofísica. Lo contrario a ánimo perturbado, depresivo y exaltado, angustiado, violento, ansioso, apático, atormentado, esquizofrénico, paranoico, egoísta, vanidoso, orgulloso, pasional, sentimental, inestable, incoherente y mentiroso. Todo esto nos hace perder la belleza interior.

Cada día, antes de iniciar nuestra jornada, mientras nos vestimos y aseamos, debemos poner en orden nuestras ideas, afectos, sentimientos y propósitos, y barrera de nuestro corazón y de nuestra mente posibles residuos de pensamientos y sentimientos negativos de rencores, envidias, venganzas, resentimientos, antipatías y discordias, para dar paso a la armonía equilibradora y saludable del espíritu sereno, que viene acompañada de generosidad, optimismo, comprensión, perdón, actitud mental esperanzada, positiva y de servicio a los demás y predisposición a dejarse invadir por la incomparable belleza de las cosas más pequeñas, cotidianas y aparentemente insignificantes y triviales.

En vano se pretende restablecer el equilibrio perdido y llenar los vacíos del espíritu con honores, posesiones, fama y atesoramiento de bienes materiales, porque la verdadera felicidad es consecuencia de esa armonía interna y equilibradora en cuanto síntesis de bondad, verdad, espiritualidad y belleza, la belleza que es disfrute y gozo en lo cotidiano, vivido y sentido con plenitud del ser.

Albert Einstein dijo: “Los ideales que han iluminado mi camino, y una y otra vez me han infundido valor para enfrentarme a la vida con ánimo, han sido la bondad, la belleza y la verdad”.

Y Rousseau: “Si quitaseis de nuestros corazones el amor a la bello, nos quitaríais el encanto de vivir”.

Y Maurois: “Cuando las cosas no van bien, nada como cerrar los ojos y evocar intensamente una cosa bella”. Una persona amada, una canción, una poesía, un recuerdo hermoso, una vivencia pasada...

CONCLUSIÓN: Ana Frank en su Diario decía: “Volviendo los ojos hacia lo que es bello -naturaleza, el sol, la libertad y la belleza que está en nosotros- uno se siente enriquecido. No perdiendo esto de vista, uno vuelve a encontrarse en Dios y se recobra el equilibrio. El que es feliz puede hacer felices a los demás. El que no pierde el valor ni la confianza no se morirá nunca de pena.

martes, 13 de noviembre de 2007

¿Qué es el Cielo?



La pregunta acerca del cielo surge desde la argumentación de que hay otra vida después de la muerte. Pero, mantener esta separación entre la vida terrenal y la vida del más allá es un error de planteamiento.
El cielo cristiano sólo se puede comprender como la culminación o la plenitud y perfección de una sola vida, la que todos conocemos en este mundo.
No hay dos vidas, ni dos mundos separados por la linde de la muerte física. Cuando Dios crea al hombre le ofrece la vida y sólo eso, es decir su vida, la de Dios mismo. Dios quiere compartir su vida con el hombre, y se la ofrece gratuitamente.
Pero no es un regalo para las postrimerías, es un presente para el hoy de cada hombre. En realidad, no hay nada que esperar para saborear el regalo de la vida de Dios, porque ya le ha sido entregado al hombre desde el primer instante de su creación.
Pensar en el cielo como en una recompensa o un premio a los méritos conseguidos en esta vida, deja a Dios en muy mala posición. La vida no es un concurso, ni una carrera de obstáculos que se deben superar al hilo de los días.
Aquí no hay ganadores ni perdedores. El cielo se le ofrece al hombre desde el primer instante de su nacimiento, y mucho menos es una cuenta hacia atrás, esperando el final de cada historia personal para conseguir la promesa última.
En otras palabras, el cielo está aquí y ahora, en la vida personal de cada hombre, lo sepa o no. Cuando murió Jesús, todos sabían que resucitaría, pero al final de los tiempos, como era normal en la fe de los judíos.
La gran novedad y la sorpresa para todos fue que la resurrección de Jesús aconteciera en el aquí y el ahora del tiempo histórico. De ahí la sorpresa y la incredulidad de tantos.
¿Qué sentido tuvo la resurrección en el presente de Jesús? Precisamente, traer a esta vida la realización de lo que hasta ese momento se creía como algo destinado para el final de los tiempos.
Con la resurrección de Jesús, el cielo como una realidad escatológica se difumina y empieza a ser comprendida y vivida como un regalo de Dios para la vida temporal de todo hombre.
Ya no hay nada que esperar, ni que conseguir, ni por lo que luchar, porque los últimos tiempos se han convertido en los tiempos de ahora, en cualquier momento de la historia espacio-temporal.
Cuando esto se ha comprendido, entonces la vida del hombre adquiere todo su sentido y la felicidad no es algo puntual o pasajero. La felicidad, vista con los ojos de la fe, es algo ya realizado y puesto al alcance de la mano de cualquiera.
Si ya lo tenemos todo, sólo hay que dejarse llevar por la presencia del Misterio de Dios que lo invade todo y es capaz de colmar al hombre de esperanza, alegría y felicidad.
¿Entonces, después de la muerte que hay? Pues más de lo mismo. Es decir, la plenitud de lo que en este mundo ya se ha realizado por anticipado. Darle sentido a esta vida porque después habrá otra mejor, es una falacia.
Si esta vida no tiene sentido para el hombre, entonces, después de la muerte tampoco habrá sentido en seguir viviendo.
La muerte no es una ruptura, sino una continuación a lo que en el tiempo histórico se ha iniciado. En este mundo la felicidad es posible y eso ya es el cielo. El cielo no se gana, se disfruta en el día a día de cada hombre.
Llegar a experimentar esto supone un cambio de mentalidad que pasa necesariamente por una transformación del corazón en uno mucho más gratuito y generoso.
Dios no es una conquista, es una propuesta gratuita y sin condiciones. Y si Dios no le pone condiciones al hombre, ¿por qué se las ponemos a Él?
Por la resurrección de Jesús, el cielo ya está aquí. ¿A qué estamos esperando para disfrutarlo? Quien espera a la muerte para ir al cielo, es que no se ha enterado de nada del mensaje del Evangelio, y se convierte aquí y ahora en un infeliz.
Si no somos felices es porque no queremos, porque Dios ha puesto a nuestro alcance todos los medios para serlo y hacer ya la experiencia del cielo que tan maravillosamente ha irrumpido en la historia del hombre.

Y con esto espero haberte respondido amigo mio a tu pregunta sobre ¿qué es el cielo?

lunes, 12 de noviembre de 2007

Aplaudo al señor Chávez


Hace unos días se produjo un incidente en la Cumbre Iberoamericana sobre el cual me paro detenidamente y hago mis propias conclusiones.

El señor Chávez crítico y le falto el respeto al señor Aznar, cosa que aplaudo, pues lo único que hizo el presidente de Venezuela fue manifestar públicamente lo que mucha gente piensa sobre la figura del señor Aznar, pero que nadie se atrevió nunca a manifestarlo públicamente. ¿Ha habido algún personaje publico en España que haya criticado, y faltado el respeto al señor Aznar?, la respuesta es bien clara, nadie. Pero lo que la gente no ve o no quiere ver es que el señor Aznar tomo a los españoles como tontos, como payasos de circo y como imbeciles, e hizo oídos sordos cuando España entera gritaba ¡NO! a la guerra de Irak. Encima viene de EE.UU. hablando con acento mexicano, paga un montón de dinero para que se le de no se que titulación honorífica, etc. ¿Es o no es una payaso el señor Aznar?, es un verdadero payaso y un deficiente mental en grado supremo y merece toda crítica porque a él le debemos los atentados del 11M, las victimas mortales y todo lo que arrastro tras de sí ese fatídico día. Gracias señor Aznar, por su pésimo gobierno y si por mi fuera le sometería a un consejo de guerra por crímenes contra la humanidad, al igual que al señor Bush, y Blair. Porque ustedes han sumergido a España, EE.UU. e Inglaterra en un miedo sin precedentes conocidos hasta el momento. Su triunvirato nos ha traído por la calle de la amargura. Y el señor Zapatero y su Majestad han hecho un flaco favor a la nación entera, por intentar callar una verdad como un templo, es decir criticar la mala gestión gubernamental de Aznar. El señor Aznar merece todos los insultos y descalificativos posibles por su mala gestión gubernamental. Es más voy aún más lejos, no se que puñetas pinta el Rey como jefe del Estado. ¿Donde estaba su Majestad cuando España gritaba entera que no quería participar en esa loca guerra del señor Bush?. Si hubiera estado en mi mano, y como jefe del estado, pego un golpe de Estado de muy padre y señor mío, destituyo al jefe del ejecutivo y convoco elecciones generales para un nuevo jefe del ejecutivo. Eso es para mi un jefe de Estado. ¿Para que puñetas quiere España un jefe del Estado que ni pincha, ni corta.?, o se es un jefe de estado con plenos poderes o no se es. Y si a esto alguna gente lo interpreta o lo llama dictadura, pues entonces lo siento por ellos. Pero déjenme que pregunte lo siguiente ¿qué puede hacer el pueblo español, o en su caso el jefe del estado, cuando se tiene a un jefe del ejecutivo que no sabe gobernar?, ¿cómo se destituye?, ¿o acaso no se puede destituir a un jefe de gobierno? ¿y quien puede destituirlo?. Es decir, que si no se puede destituir, ¿tenemos que aguantarnos con este individuo inepto hasta que se convoquen elecciones generales y soportar su inepto gobierno?, pues mire usted que gracia. Entonces vaya una democracia que tenemos desde luego.

Aplaudo al señor Chávez y ole sus cojones. Así se hace Chávez. Dejemosno de diplomacias, sonrisitas y amiguismos. Digamos las verdades por su nombre y con rabia.

No me toquen las pelotas, que cuando se me dispara la ira, me convierto en un tirano en potencia.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Aires Nuevos


Hace tiempo que no pongo nada en mi blog. Por unas cosas o por otras al final es algo que voy posponiendo para otro día y ese día nunca termina de llegar.

Dentro de unos días regreso al pueblo, para ser más exacto, regreso el día 5, después de haber estado durante un buen tiempo en Zaragoza. Aunque al final no se para que vine a Zaragoza, quizás sólo vine para perder el tiempo, o quizás para perder de vista a algunas personas que no soy de su agrado y así evitar situaciones de conflicto, o de roce.

Me dicen que no personalice mi blog, que me dedique a hablar más de cosas en general, a opinar o comentar asuntos del día al día y no hable de cosas personales porque al fin y al cabo lo personal no interesa a nadie. Pero yo digo que hay que poner de todo en un blog, bien sean cosas que se van aconteciendo diariamente en la sociedad, como cosas personales. Y hablando de cosas personales, no puedo dejar de plasmar en este blog ciertos acontecimientos que pasaran en breve y que cambiaran mi vida como también la marcaran para siempre. Dichos acontecimientos los omito, pero para no pecar de imprudente o de soberbio. Yo desde luego, los huelo, como se huele el aire a hierba reciente cortada, o el aire a tierra mojada tras una lluvia. No voy a negar que siento algo de miedo a lo que tenga que venir, pero espero que sea bueno por el bien de todos. Desde luego los aires que corren actualmente no son buenos en absoluto, han de correr aires nuevos para el beneficio de todos ya que de lo contrario acabaríamos perjudicándonos y sin darnos cuenta que es lo peor. ¿Pero de que aires estoy hablando, qué aires nuevos tienen que correr, qué aires están viciados?., de cosas mías personales es de lo que estoy hablando, de la gente que me rodea y con la cual convivo diariamente como también trabajo con ella, de la labor que desempeño actualmente, de problemas que surgen en el día a día, de la convivencia, de la familia, de mis amigos, de mis preocupaciones, de mis deseos, etc, etc, etc. ¿Y a quien le interesa leer esto?, pues sólo a mi, que para eso soy yo quien lo redacto y lo plasmo en estas líneas para el recuerdo, ni más ni menos, y poco me importa que esto no cause ningún interés.

En resumidas cuentas y centrándome en lo que me interesa digo, que lo que tenga que venir que venga pronto y que sea para bien no sólo mío sino de todos.

Aporto una pequeña pista de lo que va a suceder. Alguien recibirá las sagradas ordenes en breve y una vez que esto ocurra habrá cambios que nos afectaran a todos en general. No digo más. Pueden ser cambios buenos o cambios malos, pero eso es algo que ya se vera en su momento. Para mi, ojala que todo cambie llegado el momento oportuno, como también deseo que todo lo construido hasta el momento se deshaga y que cada uno se vaya con Dios por el camino por el cual vino. Deseo esto porque en estos momentos, el aire que se respira esta viciado, es un aire malsano, se respira un aire de tensión y esto no es bueno para ninguno de nosotros. Mucha sonrisa, mucha diplomacia, pero verdaderamente no nos soportamos los unos a los otros, y así llevamos años. No somos verdaderamente una comunidad... y para ser sólo al fin y al cabo una comunidad de personas, o una comunidad de individuos que es lo que somos esencialmente, mejor deshacerlo todo y que cada cual se aguante su propia vela. No voy a entrar ahora a mirar quien tiene la culpa ya que es evidente que la culpa es de todos, incluido yo. Como tampoco voy a mirar que es lo que ha pasado para que esto se haya vuelto insostenible, ya no es el momento. Cosas pasadas son cosas juzgadas, como también es cierto que lo que mal empieza mal acaba. Sólo queda aprender de los errores cometidos, no volverlos a cometer y mirar hacia el futuro, ni más ni menos. Y termino diciendo una frase bastante conocida y que a mi me gusta decir de vez en cuando, “Sancho, con la iglesia hemos topado”.