sábado, 15 de diciembre de 2007

Me voy a Madrid 7 días


Esta mañana me despertó el móvil. Era Jorge llamándome, pero yo no hice ni caso. Al final ya me quito el sueño y me levante.

Cual es mi sorpresa cuando al levantarme y mirar el móvil me encuentro con un SMS de Juan. Lo miro detenidamente y viene decirme algo así como que me invitaba a Madrid y me pagaba el viaje de ida y de vuelta a Zaragoza.  Yo en un primer momento pensé que mi amigo se había equivocado de número al enviar ese SMS, pero luego más tarde y después de hablar con él, me comento que ese mensaje en el móvil iba para mi, no para otro y que el motivo era celebrar mi cumpleaños que es el Sábado día 22.

Inmediatamente consulte a mi compañero, a Jorge, si había algún problema en que me ausentara de Zaragoza por una semana. Su respuesta fue que llamara a José Antonio (el gran jefe), y se lo comentara, ya que al fin y al cabo es él quien tiene la ultima palabra. Llamo a José Antonio y como es habitual en él, me da un si pero con condiciones. Es decir, a cambio de que cuando se vaya Paco, yo sustituya a Paco y a su vez haga la labor que hace y que los que estamos en Zaragoza nos hagamos cargo totalmente de la mudanza que tenemos que hacer, ya que para antes del día 24 de enero tenemos que dejar el chalet vacío, ya que hay un desahucio forzoso por impago de rentas. Cosa que a estas alturas de la vida no me sorprende en absoluto. Siempre hemos estado gastando más de lo que recaudábamos. Y el ir así por la vida es imposible para cualquier persona. Pero por otro lado se niegan a reducir gastos. Pero bueno, ellos sabrán lo que hacen que para eso son ya mayorcitos. Bien es cierto que llegara un momento en que nos demos un batacazo de órdago y a partir de ese día que cada uno se solvente su situación personal como pueda y entienda. Mientras tanto a seguir forzando la situación hasta el limite y como es habitual en esta entidad.

En resumidas cuentas y cambiando de tema radicalmente digo que el lunes día 17 me marcho para Madrid y hasta el domingo 23, no regreso a Zaragoza. Y que me quiten lo bailao.

Algún envidioso que otro se lo llevaran los demonios de ver que me marcho una semana y empezara a echar maldiciones y hablar mal de mi. Es como si lo viera. Como dice Jorge mi compañero, "si la envidia fuera tiña, andaríamos todos teñidos". Jamás he visto una enfermedad tan mala como la envidia. Pobre de la persona que la padece, porque es como si fuera un cáncer. No te deja vivir a gusto, ni tranquilo. Y tampoco deja vivir a las personas que rodean a ese envidioso. Así que, si alguno hay y habrá más de uno, que la envidia le roe las entrañas, que se pegue la cabeza contra la pared unas cuantas veces.