viernes, 18 de abril de 2008

Hallados unos textos ocultos de San Agustín de Hipona


Seis sermones hasta ahora desconocidos de San Agustín de Hipona (354-430), uno de los denominados Padres de la Iglesia, han sido descubiertos recientemente en Alemania. Los manuscritos durmieron un sueño silencioso en la Biblioteca Ampoliana de la Universidad de Erfurt durante 600 años.

Los 633 volúmenes de manuscritos habían sido donados en 1412 por el estudioso Amplonius Rating de Berka a la recién fundada universidad en el este de la actual Alemania.

El libro donde se encontraron los trabajos de San Agustín es una copia manuscrita que data de la primera mitad del siglo XII, probablemente hecha en Inglaterra y que contenía un total de 70 prédicas.

“Suponemos que los textos llegaron a Inglaterra desde el sur de Italia, quizás antes del primer milenio y que allí se le sumaron otros textos”, comentó la investigadora Isabella Schiller, de la Universidad de Viena, que descubrió, junto a sus colegas Dorotea Weber y Clemens Weidmann, los manuscritos de San Agustín de Hipona.

Los investigadores encontraron las seis nuevas prédicas junto con otras 20 ya conocidas como auténticas y otras no legítimas que se habrían recopilado en un círculo cercano al Padre de la Iglesia.

Tres de los seis manuscritos se confrontan con el problema de las limosnas. El tema no era menor en la época. Se trata de legitimar la obligación de los creyentes de mantener a su iglesia y de la relación entre riqueza material, absolución de pecados y salvación. Según han dado a conocer los investigadores, San Agustín también aclara las obligaciones de los sacerdotes para con su comunidad.

Otras dos prédicas se ocupan de las fiestas en conmemoración de mártires cristianos. En una se habla de Perpetua y Felicitas, arrojadas a las fieras salvajes en el anfiteatro romano el 7 de marzo del año 202, durante las celebraciones del cumpleaños del emperador Geta.

La otra prédica versa sobre los festejos dedicados al mártir Cipriano de Cartago (210-258), que para San Agustín ya habían degenerado en una fiesta casi pagana, llena de borracheras y excesos.

El que parece más interesante por su descripción es el llamado “quinto sermón de Erfurt”, en el cual San Agustín discute la realidad de la resurrección de los muertos y en las que insiste sobre la verdad de las profecías bíblicas, algunas de las cuales ya se habrían cumplido.

Los textos serán publicados próximamente por los investigadores en la revista “Estudios Vieneses: Revista de Filología Clásica y Tradición Patrística y Latina” (Wiener Studien. Zeitschrift für Klassische Philologie und Patristik und lateinische Tradition).

Los trabajos de San Agustín de Hipona, uno de los pensadores más importantes del cristianismo, influyeron decisivamente la filosofía occidental.

La pena de muerte


Hace unos días leyendo un periódico me entere de que el Tribunal Supremo de EE.UU. ha determinado que la pena de muerte por inyección letal no es inhumana.

Esta decisión judicial con un total de siete votos a favor y dos en contra, ha dictaminado que el riesgo de sufrimiento vinculado a este método, utilizado en la casi totalidad de las ejecuciones en EE.UU., no entra dentro de los “castigos crueles y poco habituales”.

Normalmente en las inyecciones letales a reos condenados a muerte se administran tres compuestos o sustancias químicas. La primera es pentotal sódico, un somnífero intenso que deja inconsciente al condenado, la segunda es bromuro de pancuronio, un potente relajante muscular que paraliza todos los músculos, excepto el corazón. Y el tercer compuesto químico es cloruro potasico que paraliza el corazón.

Si la primera sustancia química es malamente administrada, las dos inyecciones siguientes provocan parálisis, asfixia y dolor que puede durar hasta media hora, como han atestiguado varios estudios médicos.

Normalmente y si las sustancias químicas se han administrado correctamente el reo pierde el conocimiento y en poco minutos muere.

Por otro lado, de los cincuenta estados que hay en los EE.UU., treinta y seis estados restauraron la pena de muerte en 1977.

Mi opinión personal acerca de la pena de muerte implantada en diversos países es que es anticonstitucional, antidemocrática y atenta contra la libertad de la persona. Eso por no decir que también atenta contra la ley de Dios. La libertad que cada persona tiene, no significa que la emplee para que se declare juez, jurado y verdugo sobre la vida de su prójimo. Nadie, absolutamente nadie puede, ni debe atentar contra la vida de otra persona. La vida es un don sagrado dado por Dios gratuitamente y sólo a él le corresponde nuestra vida.