lunes, 13 de agosto de 2007

Pseudoamistades peligrosas


Hace tiempo, escribí un articulo que titulaba “Amistades Peligrosas”. En dicho articulo relate la relación que tenía hasta ese momento con Carlos y lo que había sucedido hasta el momento en esta amistad que yo mantenía.

¿Qué ha sucedido para que esta relación entre Carlos y yo, se haya retomado donde se quedo?, la respuesta, no la se, evidentemente. Habrán confluido varios factores, pero los desconozco al día de hoy.

Si que es cierto que en su momento y con bastante diplomacia le comente a Carlos, lo que a mí me molestaba de su persona, y es la lengua. Tiende a ser simpático delante de la gente, pero luego por detrás les pega la puñalada trapera. Esta forma de ser, le ha traído que al día de hoy, no tenga prácticamente amigos y este más sólo que la una. Sólo se dedica por entero a su trabajo y a su casa. Amistades, no tiene ninguna, quizás conocidos, pero nada más. No tiene vida social.

Cuando yo le comente con tacto su defecto, él lo asimilo bien. Pensé que se lo tomaría a la tremenda, pero no fue así. En ese momento se produjo lo que yo llamaría una especie de confesión entre él y yo. Nos fuimos diciendo defectos que veíamos el uno en el otro. Al final se produjo una empatía entre los dos. Dicha empatía se mantiene al día de hoy y la relación sigue adelante. Pese a que tiene el defecto de criticar a la gente, cuando dan la medía vuelta. A mí incluido, por supuesto. Ahora ya no tanto como en el pasado, pero sigue todavía si tiene oportunidad.

De vez en cuando se pone en plan socarrón, o sarcástico, cosa que no me hace gracia, pero al fin y al cabo, lo tengo asimilado más o menos. Hay comentarios que me hieren más y otros que me hacen menos daño, o que los sobrellevo mejor. No me gustan las personas sarcásticas. Y aunque es algo que intento sobrellevar lo mejor posible, hay comentarios y comentarios.

Habrá gente que se pregunte ¿qué cómo es posible que yo siga manteniendo esta relación con este señor, pese a que me critique cuando puede?, incluso puede haber alguien que piense que yo soy igual que este señor al continuar con esta relación. La respuesta es fácil y muy deducible. Él, me compra el tabaco, o me da dinero desinteresadamente cuando quiere, para que me lo compre. Es una relación de interés, por mi parte. No es una relación de pura amistad básicamente. Lo que me ata a él, es su generosidad en cuanto al tabaco se refiere. Ya que los dos compartimos el mismo vicio al día de hoy. Para mí, estupendo, pues he encontrado un autentico filón de oro, y más viendo yo que mi economía es muy frágil y no me permite poder mantener el vicio del tabaco. Pero corro el riesgo de que en esta relación pase lo que dice el refrán: “Lo poco agrada y lo mucho cansa”. Entonces cuando se canse, ya veremos en que queda la relación. ¿Si sigue adelante o por el contrario se rompa al no a ver nada de provecho para mí?. Si se rompe por mi parte, mal asunto, porque eso demostraría que las relaciones interpersonales que tengo son basadas en un interés puro y duro. Tampoco es esto, desde luego y no es la imagen que quiero dar, ya que no es así, ni es verdad. La relación que yo pueda mantener con la gente no la baso en el interés que pueda sacar de provecho para mi. Son relaciones desinteresadas totalmente. Ni tampoco podemos generalizar o extrapolarlo a otras amistades, pues sería una equivocación quien piense así. Esta relación de interés sólo ocurre con Carlos, con nadie más.

He aquí el porque esta relación con él continua todavía al día de hoy. Esto es como diría mi padre, “Dame pan y dime tonto”, pues lo mismo.

¿Y a qué se debe de que este hombre me de a mí tabaco o en su defecto dinero desinteresadamente para comprármelo?, sencillamente porque él conoce mi adicción a dicho vicio, como también sabe que mi economía es frágil y no puedo costeármelo. En definitiva, siente cierta lastima o compasión. Para mí desde luego, estupendo. ¿Pero hasta cuando?, esto es lo que no se. Puede que ocurra mañana, dentro de una semana, de un mes, de un año, no se sabe.