domingo, 10 de junio de 2007

Discurso de Demetrio Fernández.



Copio literalmente una noticia que he recogido de un periódico. La opinión que tengáis sobre dicha noticia os la dejo a vuestro parecer.

Obispo de Tarazona: "EpC pretende hacernos comulgar con ruedas de molino"

Aquí cabemos todos, no se excluye a nadie, aquí cabe todo de todo. Dicho así, parece una postura ideal, a la que todos hemos de aspirar. Sin embargo, es la más intransigente que puede darse en la convivencia humana. Es el llamado relativismo, donde no hay principios absolutos y a cada uno se le deja con su verdad, renunciando a que pueda conocerse la verdad objetiva, válida y universal para todos.
Cuando todo vale, todo ha perdido su valor. Se vive el momento presente, según los impulsos de ese instante. El hombre queda reducido a su esfera animal y la razón no cuenta. A todo eso se le llama libertad, pero en realidad la persona queda disuelta y a merced de lo que quieran hacer con ella. Por el camino del relativismo, el hombre se diluye y se desintegra. A esto conduce la expulsión de Dios de la vida del hombre y de la sociedad. El hombre se convierte en norma, y todo debe ser consensuado sin referencia previa. «Aquí no hay más ley que el Parlamento», decía un político de nuestros días. Ni ley de Dios, ni ley natural, ni cultura previa. Todas las opciones son igualmente válidas. Por ese camino, el hombre camina a la destrucción de sí mismo y de la sociedad.
En este contexto se sitúa la Educación para la Ciudadanía. El título de la materia es polivalente, y por tanto muy equívoco. Nadie se opone a que nuestros niños y nuestros jóvenes se eduquen para ser buenos ciudadanos. Pero la asignatura tiene dos vicios capitales. El primero, que impone a los padres una educación para sus hijos en la que los padres no cuentan. Más aún, se pretende «educar» contra los padres y sus convicciones. La asignatura es obligatoria para todos, porque el relativismo es la dictadura más fuerte que el hombre puede padecer.
Y el segundo vicio capital reside en los contenidos. La ideología de género, dominante de manera implacable en el pensamiento único al uso, encuentra en esta asignatura su cauce difusor más apropiado. La identidad de la persona como varón o mujer ya no se hará por los signos genitales. No. A la identidad que viene dada por la naturaleza debe sustituirle el «género», es decir, lo que cada uno quiera y elija ser: varón o mujer, homosexual o heterosexual, y esto con facilidad para cambiarlo cuando le plazca.
Aquí cabe todo. La Educación para la Ciudadanía pretende hacernos comulgar con ruedas de molino. Y nadie puede oponerse. ¿Cabe mayor dictadura? Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, y nadie puede ni debe sustituirlos en esta responsabilidad. Ellos deben defender con todos los medios legítimos a su alcance este derecho, que nadie puede arrebatarles.

Demetrio Fernández, obispo de Tarazona